6 febrero 2025

Estatuas de sal

«La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado».

Gabriel García Márquez

No miré hacia atrás cuando dejé para siempre la casa de los helechos, sabía que si lo hacía no podría abandonar el hogar de mis ancestros, donde meses antes mientras bromeábamos sobre los pájaros, a Lola, mi madre, se le quebró el cerebro por un ictus salvaje, tal vez la acumulación de tanto dolor y por retener tantas lágrimas. Nunca la vi llorar en sesenta años. Uno de los dragos no cabía en la furgoneta repleta de trastos y perros, se lo di a María que alborozada lo colocó en su patio junto al resto de plantas, allí seguirá como testigo de la tala masiva y la muerte de su gigantesco padre de savia roja. Árboles guerreros, como me dijo el gran David, hermano, maestro, este fin de semana cuando me entrevistó de forma telemática para su tesis de psicología. Hoy me vino ese recuerdo de no mirar atrás cuando salimos directos al muelle para navegar tres días hasta Cádiz y atravesar media península. El pasado está en la memoria, los árboles, las flores, los helechos, la higuera centenaria, guerrera de néctar también cortada viven en mi alma y como los espíritus de mis antepasados viajan conmigo hasta el instante final, tal vez el comienzo de una nueva travesía. Mientras sigo dando amor a manos llenas.

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