«(…) Secábaseles la leche de las tetas a las mujeres paridas, e así murieron en breve todas las criaturas. Y por estar los maridos apartados, que nunca vían a las mujeres, cesó entre ellos la generación; murieron ellos en las minas, de trabajos y hambre, y ellas en las estancias o granjas, de lo mesmo, e así se acabaron tantas e tales multitúdines de gentes de aquella isla; e así se pudiera haber acabado todas las del mundo…»
Fray Bartolomé de las Casas (Brevísima relación de la destrucción de las Indias)
Los dos grandes lienzos que decoran el testero de la presidencia en el Salón de Plenos del Parlamento de Canarias fueron encargados en el año 1902 al pintor palmero Manuel González Méndez, como parte del proyecto de adecuación del edificio de la extinguida Sociedad musical de Santa Cecilia, a sus nuevas funciones como sede de la Diputación Provincial de Canarias.
En la imagen él que conmemora la victoria de los invasores europeos sobre la resistencia de la población originaria que habitaba la isla de Gran Canaria, representa a la hija de la guayarmina Atendiura de Gáldar, que murió tras el parto de la niña a la que llamaron Arminda Masequera, (que luego será bautizada con el nombre de Catalina Guanarteme), cuando es entregada al sanguinario conquistador Pedro De Vera. Va acompañada delante por otra niña, que tampoco aparenta tener mucho más de 10 años y que observa con cara de terror a los castellanos que van a llevarse a su compañera.
Sin ser un entendido en arte y respetando las opiniones de quienes sostienen el valor histórico-artístico de estas obras, considero que un Parlamento no es el lugar adecuado para dos pinturas que enzarzan el exterminio de una cultura, la derrota de todo un pueblo, su sometimiento violento y esclavitud a la Corona Castellana, la posterior prohibición de sus manifestaciones mágico-religiosas, la persecución sistemática de su lengua, de sus tradiciones ancestrales, la brutal opresión con la espada y con la cruz, tal como hicieron escasos años después durante el genocidio americano con el asesinato premeditado de más de ochenta millones de indígenas.
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