«No quieren abrir la fosa común del cementerio de Las Palmas porque al lado están los panteones de los asesinos de Falange, por eso cierran todas las puertas, faltan el respeto a las familias de los asesinados, es la fosa de la vergüenza y la negación del genocidio».
Felipe Juan Torres Brito, licenciado en historia por la Universidad de La Laguna
Dos fotos, dos perspectivas de voluntades políticas en Gran Canaria y Valencia, dos cementerios, dos fosas comunes: la del cementerio de Las Palmas, las del cementerio de Paterna, en la primera se aprecia la profundidad de menos de un metro de la exigua cata donde efectivamente aparecieron restos, pero que fueron de nuevo enterrados basándose en un informe sin base científica, alegando que allí no estaban los fusilados de San Lorenzo sin demostrarlo, mientras las familias tenemos certificados oficiales de inhumación de que siguen allí enterrados.
Sin embargo en Paterna (Valencia), se aprecia la profundidad de la excavación, algunas hasta de más de cinco metros, que aunque estén vacías de huesos se vuelven a excavar en otro punto una y otra vez hasta que aparezcan; exhumando, identificando y entregando a las familias hasta ahora cientos de hombres fusilados; y siguen localizando muchos más con presupuesto público ilimitado.
Esto nos da una idea de donde hay un compromiso político claro y efectivo con la memoria democrática; y otro con la falsedad, la manipulación y la mentira, tapando, enterrando para siempre, lo que no fue más que un genocidio sobre miles de personas asesinadas por defender la democracia y la libertad.
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