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«La memoria es un derecho, nunca un conflicto».
Dulce Chacón
Cuando nos llamaron en julio de 2019, más de nueve meses después de estar terminado y firmado el informe técnico y no darnos información alguna, para anunciarnos el inmenso despropósito sobre el estudio de la fosa común donde sigue enterrado 86 años después de su fusilamiento mi abuelo y 59 compañeros más en el cementerio de Las Palmas, todos con certificado oficial de inhumación en ese horripilante espacio de huesos acribillados a balazos y destrozados por las brutales torturas, no esperábamos que nos trataran tan mal aunque fuéramos familiares de asesinados por el fascismo.
El político de la foto, representando al Ayuntamiento de Las Palmas GC, no nos dio un trato adecuado, actuó con prepotencia ante nuestro desacuerdo con que no se siguiera excavando en más puntos del cementerio tal como se actúa en el 99% de las catas y excavaciones que buscan los restos de las cientos de miles de personas asesinadas por el fascismo en todo el estado español.
Ni me alegra ni me entristece su actual pelea política interna en el seno de Unidas Podemos, que no entreguen sus actas, monten otro partido o lo que sea, sencillamente me importa un bledo, tan solo nos entristeció su comportamiento inadecuado esa tarde triste en presidencia del Cabildo de Gran Canaria, su actitud con una familia que tan solo trataba de recuperar los restos de un ser querido para darle sepultura digna.
En cualquier país democrático estoy seguro que el trato hubiera sido otro, no habría cargos públicos con esa inmensa falta de empatía y sensibilidad. Hay formas y formas de comentar y decir las cosas no como si por hacer una ridícula cata nos estuvieran haciendo un favor. El erario y los presupuestos de las instituciones públicas no son propiedad de sus gestores, son patrimonio de la ciudadanía que contribuye con sus impuestos al bien común y a los derechos sociales.
Por eso a este señor al que respetamos, jamás le perdonaremos ni olvidaremos su actitud con nosotr@s en esa patética y surrealista reunión. Seguramente el susodicho desaparecerá para siempre del panorama político tras las próximas elecciones, pero mi familia, implicada altruistamente durante veinticinco años en esta noble causa, seguiremos luchando por la justicia y la memoria hasta el final, vendrán algún día cargos públicos que nos respeten y valoren como descendientes de quienes entregaron su vida por la democracia y la libertad. La esperanza nos mantiene.
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