![](https://viajandoentrelatormenta.com/wp-content/uploads/2022/03/barredor-1-1024x621.jpg)
«Cada vez que nos dan clases de amnesia
como si nunca hubieran existido
los combustibles ojos del alma
o los labios de la pena huérfana
cada vez que nos dan clases de amnesia
y nos conminan a borrar
la ebriedad del sufrimiento
me convenzo de que mi región
no es la farándula de otros».
Mario Benedetti (Ese gran simulacro)
Recuerdo aquel encuentro de Manu Chao con el sub Marcos en la selva Lacandona, cuando el guerrillero se quitó el pasamontañas para mostrar su rostro; y su cara era la de miles de mujeres y hombres que también se descubrían la cabeza y se mostraban sonrientes a pesar de los malos tiempos para construir un mundo nuevo.
Donde vivo ahora es habitual tropezarse tipos con vestimenta militar y horas de fierro y gimnasio, miradas de odio, con cruces gamadas en las paredes, con frases como “Rojos a las fosas”, entre otros simbolismos siniestros que visibilizan lo peor de la especie humana.
No voy a decir si estos son mis ojos, podrían ser los de cualquiera que me acompaña en las palabras que construyo en cada escrito, en cada libro, en cada trocito de justicia y memoria.
Por diversión escribo como decía el mítico Víctor Jara de sus canciones, los ojos para mi reflejan lo profundo del ser, del alma que llevamos posiblemente escondida en algún remoto lugar de nuestra conciencia.
En tiempos terribles es bueno mirar al frente, aunque podamos temer dar nuestra ubicación exacta, los rasgos mágicos de nuestra sonrisa.
Les propongo un juego, el de los ojos y las miradas limpias, sin maldad, brillantes, insurgentes.
Nadie sabe lo que nos depara el futuro, cualquier instante, no hace tanto de los tiros en la nuca junto a las fosas y otros lugares de exterminio, por eso es bueno protegerse sin miedo, afrontando los peores instantes en que salirse de lo establecido te puede costar muy caro.
Por eso los ojos y las miradas forman parte de ese barredor de tristezas, las que conforman el color del horizonte inesperado, tal vez más justo, llenito de paz, de armonía, de luces y esperas.
Más historias
También la vida
Lola en su laberinto
80 años de la liberación de Auschwitz, el mayor campo de exterminio nazi