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«Fascista no es únicamente el que alza el brazo en público. Al fin y al cabo ése es el menos peligroso, puesto que al menos tiene el valor de declararlo. Fascista es aquel que, además, se disfraza de demócrata, al igual que el peor pederasta es el que canta misa y viste sotana».
Alberto Vázquez-Figueroa
El 21 de noviembre de 2012, la Plataforma de Familiares de los Fusilados de San Lorenzo presentaba en los juzgados de Las Palmas una demanda judicial para reclamar la apertura de la fosa común del cementerio de la capital grancanaria, donde se estima que pueden estar enterrados más de 60 republicanos víctimas del franquismo. Entre ellos, el alcalde comunista de San Lorenzo, Juan Santana Vega y el sindicalista de la Federación Obrera, Francisco González Santana.
Apenas un mes tardó la titular del Juzgado de Instrucción nº 5 de Las Palmas en desestimar esta demanda. La jueza justificó su resolución aduciendo “que no se aprecian delitos de lesa humanidad ni de detención ilegal”, además de considerar “que dichos crímenes ya han prescrito”.
Once años después en 2022 tras dos leyes de memoria democrática seguimos sin poder exhumar a nuestros seres queridos de ese agujero del horror. No solo ha sido la judicatura española la que lo ha obstaculizado, también las instituciones públicas de la isla de Gran Canaria, Cabildo y Ayuntamiento de Las Palmas GC, a través de un informe sin base científica y repleto de excusas, cerrándonos las puertas a cualquier posibilidad de hacer justicia.
En la foto con el rostro desolado se me ve a las puertas de la Audiencia Provincial del Tribunal Superior de Justicia de Canarias el 12 de enero de 2013, donde en segunda instancia validaron el Auto Judicial alegando la prescripción de un gravísimo delito de lesa humanidad.
Soy consciente tras el fallecimiento de mis padres que solo veremos esa fosa común excavada en su totalidad cuando algún día gobiernen personas honradas, hasta ahora solo hemos recibido humillaciones, acoso y persecución, con las graves secuelas psíquicas y físicas que eso conlleva.
Sigo sin perder la esperanza aunque seguramente ya sea tarde para verlo.
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