«Acción Ciudadana y Falange Española fueron las organizaciones paramilitares encargadas de la represión, de ellas salió el grueso de los integrantes de las ‘Brigadas del Amanecer’, cuadrillas de asesinos que fueron completadas con miembros del Ejército y de la Guardia Civil».
Ramiro Rivas García – DISENSO Nº 41- Enero 2004
Era complicado conciliar el sueño en el campo de concentración de Gando, en cualquier momento podían llegar los falangistas borrachos para llevarse a cualquiera de los detenidos, la vigilia era constante, cuando menos se esperaba se escuchaba el estruendo entrando a gritos en el barracón, lanzando insultos, golpeando las literas con fusiles y palos.
Luego formaban a los presos delante de cada camastro y empezaban a nombrar a los que se iban a llevar. Esos momentos eran terribles, decían primero los apellidos, luego el nombre, así hasta juntar un grupo de treinta o cuarenta reos.
Las Brigadas del amanecer no solo detenían en las casas, también en los centros de detención, tiraban de las listas negras, planificaban cada noche a cuantos iban a matar, desaparecerlos en cualquier lugar de exterminio de la isla: los pozos de Arucas, Tenoya, Los Giles, Tamaraceite, Finca de La Noria, Finca de Los Ascanio, La Pasadilla, Cazadores, Barranco de Silva, Guayadeque, los agujeros volcánicos de Jinámar, Gáldar, Tinoca, Bandama…
Siempre el mismo ritual siniestro, llenaban el camión cedido por los Betancores, por el Conde o por cualquiera de los caciques ingleses, los hombres amarrados con las manos a la espalda eran amontonados en la trasera del vehículo junto a los sacos de plátanos, golpeados por los nazis que se subían con ellos, el viaje era un suplicio, las palizas eran constantes: latigazos, culatazos, patadas, cortes con cuchillo, la idea era hacer sufrir lo máximo posible antes de cada crimen.
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