Luminosa como esos astros que percibimos en los días de verano, feliz, alegre, pero con unos ojos que si los mirabas percibías que venían de un lugar más allá del universo.
Algo parecido a un ángel tuve hoy entre mis brazos en el momento de su partida, Estrella nuestra perrita de catorce años se fue hoy al cielo de los perros, algún veneno de una mano maldita le anticipó una muerte que parecía que jamás llegaría. No sabemos como, de que forma, pero se las arreglaron para que se nos fuera antes de tiempo, todavía teníamos muchos instantes mágicos que compartir, pero quedaron miles en nuestras memorias, en la de una ratonera con el pelo más suave que jamás he sentido en mis manos, con la bondad estremecedora que solo pueden tener almas antiguas en lo profundo de sus corazones, seres que vienen de la alborada lejana del tiempo a decirnos que el bien existe, que el amor verdadero es posible, que sigue eternamente sembrando los millones de años de este universo eterno donde hemos nacido.
Todavía con un nudo en la garganta, con esa sensación de que si hablo lloro, si lloro enmudezco y solo me vienen recuerdos imborrables, como las noches felices en Tamadaba, donde eras la primera en querer irte a dormir por el frío, todos estos últimos años donde empecé a quedarme solo y tu estuviste en silencio, mirándome o acercándote a mi cuando intuías que no estaba bien. Pareciera que no existieras, que no hubiera otra perra en casa, porque jamás molestabas, había que sentirte para que estuvieras, pero sin embargo lo llenabas todo, lo inundabas de un amor que jamás he sido capaz de definir, ni siquiera con palabras.
Hoy cuando entre tubos, suero, inyecciones y camillas te ibas lentamente, noté que te tranquilizaste cuando empecé a acariciarte, cuando puse mis dedos en tu nariz y me oliste. Imagino que la vida de los perros es un mundo de olores, de caricias, de sentimientos bellos por esos seres de dos patas, por ese vinculo milenario en la manada de los sueños. Percibí que te ibas pero que estabas conmigo, que me sentías, que te venía a tu mente cada instante juntos todos estos años.
No puedo decirte adiós Estrella, es imposible pronunciar hoy esa palabra, tal vez solo sea un instante más de este viaje, un periplo estelar, infinito, donde seguramente volveremos a estar juntos para siempre.
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