«Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea es mejor que no pensar»
Hipatia
Hay quienes invisibilizan una labor social de más de quince años en un barrio obrero, de repente satisfech@s de haber sembrado miles de semillas en cientos de acciones y actividades comunitarias junto a decenas de compañet@s, también invisibilizado@, miras la prensa y en la conmemoración de un decalustro no existes, no existen quienes con tanta ilusión nos partimos el pecho en horas infinitas, en marcharnos a casa agotad@s a las dos o las tres de la mañana, pero satisfech@s de alegrar por unas horas la vida de la gente, después de los múltiples talleres diarios, de volver de una caminata, de una acampada de varios días, de recoger escenarios, material de las muestras en la plaza, equipos de sonido, sillas, exposiciones… lo que se deja atrás cuando terminan los aplausos y las emociones de cualquier evento entrañable. Es así, en esta profesión donde deambulé orgulloso durante más de cuarenta años de mi vida la historia la escriben otros, en mayor parte alejados de la realidad, quizá desde poltronas de mediocridad. Lo bueno de la historia es que nunca buscamos loas ni aplausos, que nos conformamos con que alguien desde la sinceridad y la humildad te recuerde lo bien que lo pasó esos días, tan solo perseguimos procesos de participación social y transformación de situaciones injustas. Eso es la educación popular, ingrata a veces, ignorada, vilipendiada, sepultada, algo así como las almas humildes de quienes un día partieron y vuelven a soplar las hogueras de quienes sufren el tremendo frío de la miseria.
Más historias
También la vida
80 años de la liberación de Auschwitz, el mayor campo de exterminio nazi
Godismos