«No me digas nada muchacho, allí no escapaba nadie, eran como lobos con nosotros, nos sacaron el jugo muchos años con la excusa de la puta misericordia y su Espíritu Santo».
Miguel Santos Vega
«(…) Lo más que temíamos aparte de las palizas y las jaladas de oreja de las monjas de la Casa del Niño, eran las «fiestas» de los curas, que llegaban borrachos de los bares de San José o Vegueta y se metían en nuestras camas. Se reunían sacerdotes de la ciudad de Las Palmas, sobre todo los más cercanos al obispado, bebían como esponjas y se hinchaban a comer cuando recibían la paga mensual. Entonces era el momento de oírlos por los pasillos del orfanato, las sotanas recogidas pa no hacer ruido, las risotadas de don Manuel Lantigua, que era el más vicioso y cruel con los niños, luego se metían en los dormitorios de la planta alta, yo me hacía el dormido, me apretaba contra la almohada, le pedía a mi padre asesinado por los falangistas que me hiciera invisible, que cuando pasaran al lado del camastro no me vieran. Entonces iban eligiendo, oíamos los murmullos: -Este si, este no- -¿Dónde el rubio fuerte de los Ojeda?- Elegían a los más guapos, los feos teníamos más suerte aquellas noches terribles, venían en grupos de cinco o seis cuervos con sotana, luego se acostaban con nosotros y nos hacían de todo. No podíamos llorar en alto o nos decían que nos arrancaban la pinga de una mordida, esas noches aprendí a llorar durante horas sin hacer ningún ruido. Luego después de varias horas de sus «juegos», se marchaban satisfechos a sus residencias en el barrio colonial, cerca de la Plaza Santa Ana y la Catedral. De repente desaparecían, parecían que se ponían de acuerdo pa no quedar ni uno. Al día siguiente las monjas que eran cómplices y sabían todo la cogían con los que nos habíamos meado de miedo en las camas, nos ponían de rodillas en el patio frente a la bandera del yugo y las flechas…»
Testimonio de Juan Ramón Sosa Melián (Apellidos ficticios), secuestrado en la Casa del Niño de Las Palmas, Paseo de San José, junto a su hermano, tras el fusilamiento de su padre en el campo de tiro de La Isleta en septiembre del 38.
Entrevista realizada por Francisco González Tejera, el 9 de marzo de 2014, en el bar asador de El Palmar, municipio de Teror (Gran Canaria).
La iglesia secta mafia católica es una organización criminal integral ancestral.
la Iglesia, reducto de pederastas homosexuales reprimidos, psicópatas retorcidos, destructores de infancias y vidas. Se libran de que su dios no existe y no tendrán condena como se merecen. Hijos de puta
Yo no emplearía el término ‘jauría’, para describir a esta BASURA BÍPEDA, los perros nunca harían estas atrocidades, jamás ningún animal se emplearía en estas vejaciones.
Es injusto emplear sustantivos animales o aquellos relacionados con ellos como insultos, hasta hablando de algo tan macabro por lo ignominioso, sádico y sustancialmente COBARDE, emplean JAURÍA, que habla de un grupo de POBRES perros muertos de hambre, enfermedades a morir pronto y siempre de las peores maneras.
Este planeta es el infierno real y Evidente de los animales, no los involucremos en la bazofia del comportamiento humano.
Tienes toda la razón, pero yo modificaría algo, lo de homosexuales daba lo mismo, eran y son sustancialmente pederastas y por ese terrible motivo entraban a curas, tenían la carne fresca a su disposición, libre y consentida dentro de la más grande y enorme impunidad.
La guillotina como poco, para esta execrable basura humana.
Tienes toda la razón, cambio «Jauría» por «Horda» cuyo significado encaja más con estos siniestros personajes: «Grupo de gente armada que no pertenece a un ejército regular». Los animales no se merecen que los comparemos con las barbaridades de la especie humana.