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José Doroteo Arango Arámbula, más conocido por "Pancho Villa"
A mi prima y hermana Pino González
Cuando Antonio y Lorenzo entraron al bar del Lomo la Viuda en Tenoya, no imaginaban con quien se iban a encontrar. Una vez en la barra pidieron ron de Arucas con dos tapas de papas rellenas y atún en adobo. Al fondo de la barra vieron una figura alta de hombre que los miraba fijamente, Lorenzo se puso de lado para esquivar su mirada, Antonio le dijo casi en un susurro, es Manolo el Verdugo de Tenoya, mejor nos vamos ya de aquí. Lorenzo lo miró de lado y le clavo la vista por unos segundos:
-De aquí no me mueve nadie- Se aferró y pidió una botella de ron, Antonio comenzó a temblar porque el verdugo se incorporó del taburete, siempre estaba solo porque todos los vecinos sabían cual era su «trabajo» en las tierras de los Betáncores en Los Giles y lo odiaban, no solo era encargado de los tomateros, sino que se encargaba de las torturas más horrendas, manejaba la pinga de buey como nadie, era capaz de descuartizar a un hombre en menos de cinco minutos.
Por sus manos pasaron cientos de republicanos detenidos que en la finca de Las Maquinas eran destrozados. Luego se los llevaban en camiones envueltos en mantas de racimos de plátanos para desaparecerlos, también si no había vehículo los tiraban directamente en el pozo de agua salobre de aquella propiedad de los hermanos Betancor, la que colindaba con los acantilados, un agujero de más de doscientos metros en la tierra volcánica, que algunos decían que salía al mar a la altura de El Rincón, cerca del muro LLoret junto a la antigua factoría.
Lorenzo iba sirviendo dos rones cada vez que vaciaban los vasos, no pidieron más tapas, solo aguardiente. Entonces Manolo «El Verdugo» se acercó cojeando de la pierna derecha por una herida de guerra en el frente de Aragón: -En este bar no queremos invertidos, maricones como tu padre, que también pasó por mis manos antes de llevarlo al campo de concentración de La Isleta- Antonio salió a la calle muerto de miedo, Lorenzo se le quedó mirando fijamente a los ojos sin decir nada: -¿Qué miras maricona Pancho Villa borracho jediondo?- dijo el torturador con su voz ronca, superaba a Lorenzo en casi medio metro, rondaba el 1,95, Lorenzo no pasaba de 1,70.
-Me quedé con ganas de follarme a tu madre cuando venía a trabajar a los tomateros de mi amo don Ezequiel Betancor, estaba buena la jodía, lo que se quedó medio sonada cuando matamos a tu hermano el niño Braulio la muy puta- dijo el falangista.
En ese instante y sin mediar palabra Lorenzo dio un salto y le propinó un cabezazo tan fuerte al verdugo que le fracturó el tabique nasal, todo el mundo salió corriendo del local, el conocido torturador se arrodilló, echando un enorme chorro de sangre por las narices, entonces Lorenzo le dio una patada en la boca y lo sacó del bar a puñetazos, le fue dando una piña tras otra por la cuesta del Lomo hasta casi la mitad del camino, el torturador le rogaba que lo dejara marchar, que lo dejara irse a casa con su madre.
Lorenzo, le dijo con los ojos bañados en sangre: -Cobarde fascista ¿Dónde dejaste hoy los cojones maldito asesino?-
El verdugo de rodillas le rogaba que lo dejara, cuando en ese instante apareció el coche de la policía de Tamaraceite con el sargento Juan Santo, encabezando la comitiva de falanges y somatenes, a Lorenzo lo encadenaron con los brazos a la espalda. El guardia Nazareno le dio un culatazo en la cabeza que lo dejó medio inconsciente, el verdugo corrió llorando callejuela abajo hacia su casa junto a la Iglesia, dejando un reguero de sangre, Lorenzo iba en el sillón de atrás del auto, con la cabeza abierta del golpe, pero en su boca brotaba una sonrisa de satisfacción, sabía lo que le pasaría esa noche en los calabozos del antiguo ayuntamiento en Tamaraceite: -Ya estaba acostumbrado- pensó. Pero de alguna forma, el gran Lorenzo, mi adorado tío «Pancho Villa», sabía que había cubierto una parte de su particular venganza, la que había programado durante toda su vida.
Paco, hoy has vuelto a sacar recuerdos no olvidados d la memoria y lágrimas, he leído como hablas de lo sucedido con mi padre y lo he hecho en voz alta y no he podido terminar de leerlo , se me puso un nudo en la garganta y unos escalofríos me han recorrido el cuerpo.. mi padre el hombre que más he querido en mi vida. Maravilloso ser humano, que se le partió el corazón en dos de tanto dolor a los 49 años. Nos han hecho tanto daño Paco. Siguen haciendonos daño. No exhuman la fosa del cementerio de Vegueta, para dar digna sepultura a nuestro abuelo y no quieren dignificar la memoria del bebé Braulio(nuestro tío).
-Pancho Villa quería que le llamarán por qué el quería ser un rebelde guerrillero,con 3 años y con un palo , un sombrero creía que él que protegía a su madre y sus hermanos de asesinos de su padre y hermano-Gracias Paco
Querida Pino, es un honor inmenso formar parte de esta familia, no pueden con nosotrxs a pesar de los crímenes y abusos sobre nuestros seres queridos, aunque nos quieran silenciar con una mordaza de olvido seguimos seguiremos, nuestra lucha es inmortal porque viene de siglos de explotación, de genuflexión, porque está basada en unos principios que esta gentuza que ha bloqueado la exhumación de la fosa común del cementerio de Las Palmas, políticos y técnicos vendidos al fascismo se corren de gusto con tal de hacerle el juego a los genocidas, son la misma escoria que sembró las Islas Canarias de muerte y tortura, con más de 3.000 asesinados por defender la democracia y la libertad. Nuestra lucha es hasta la victoria, jamás lo entenderán estos mediocres estómagos agradecidos de este régimen criminal, nuestra lucha es invencible, porque nos amparan derechos ancestrales, los que vienen incrustados en cada bala, en cada puño cerrado, en cada acción guerrillera por la victoria o la muerte.