6 febrero 2025

La sal de la tierra

La jefa falangista de la Sección Femenina, Pilar Primo de Rivera entre jóvenes nazis. BETTMANN ARCHIVE

«Madre, hermanos, con todo el cariño y entusiasmo os pido que no me lloréis nadie. Salgo sin llorar. Cuidar a mi madre. Me matan inocente, pero muero como debe morir una inocente. Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija, que ya jamás te podrá besar ni abrazar. Besos para todos, que ni tú ni mis compañeros lloréis».

Julia Conesa (Carta a su familia antes de ser fusilada el 5 de agosto de 1939)

«(…) Nos hicieron comernos una a una las hojas de los libros que guardábamos en el Ateneo de San Juan, aquellas bestias de azul no entendían que una mujer supiera leer y se cultivara con el arte y la creación. Nos querían ignorantes, analfabetas, sin capacidad de decisión, con aquella mierda de la Sección Femenina para alienarnos y convertirnos en madres sumisas, esclavas de la religión, los hijos y las tareas del hogar, jamás aceptaron que fueramos mujeres libres, libertarias, milicianas de la cultura y el pensamiento libre. Por eso nos fueron deteniendo una por una desde la calle Triana donde yo vivía, a todos los barrios de la ciudad de Las Palmas, acusándonos de rojas, de comunistas, de anarquistas, de socialistas, de ateas enémigas de lo que llamaban Santa Cruzada, que no era más que un genocidio organizado para acabar con la vida de miles de hombres y mujeres, convertir España en un país oscuro de la Edad Media donde la educación fuera para unos pocos, donde curas y monjas manejaran la formación de las nuevas generaciones con una educación basada en el miedo al diablo y la culpa. Fue tan triste vernos en aquel centro de tortura y detención en el corazón del barrio colonial de Vegueta, querían información al coste que fuera, saber todo de nosotras, los nombres de las compañeras que militaban y asistían a cada acto cultural, a los conciertos de piano, la danza, las conferencias de filosofía, de marxismo, de historia de Canarias, las exposiciones de pintura y escultura. Por eso nos torturaron como salvajes, nos violaron en grupo, nos maltrataron y nos vejaron en aquel edificio cedido por el obispado a Falange, varias compañeras no lo soportaron y murieron, las que sobrevivimos acabamos en la prisión de Barranco Seco durante varios años. Todo se derrumbó en nuestras vidas, no volví a ver más a mi hermana Irene que se la llevaron una noche de borrachera de los falanges al sur de la isla, a una finca del Conde que usaban para sus fiestas y orgías sexuales, ya nada fue igual en nuestras vidas, fue como si muriéramos en vida y nadaramos en la oscuridad destino a ninguna parte…»

Testimonio de Luisa Farías Santana, presa política canaria en los años del genocidio.

Entrevista realizada por Francisco González Tejera, en el municipio de La Orotava, isla de Tenerife, en diciembre de 1998.

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