6 febrero 2025

Las venas eternas

Restos óseos hallados en una cueva de Gran Canaria. Facebook: El_Legado_

«El tiroteo se prolongó por espacio de más de dos horas produciendo desazón entre los vecinos del pueblo que lo escuchaban y reacciones como la que tuvo un vecino de El Lomito, llamado Pancho Felipe:

-A estas horas debe de haber ya al menos 10 muertos y 30 heridos, y si no…¡Vaya pa`l carajo la Guardia Civil!»

Ricardo García Luis; Juan Manuel Torres Vera, VALLEHERMOSO. EL FOGUEO

El interior de la cueva olía a pieles muy viejas secadas al sol, a humedad salada, había dos cuerpos momificados de una mujer y un hombre al fondo, depositados hacía miles de años por aquel pueblo originario que vino del otro lado del mar.

En las paredes había pinturas hechas con tintes naturales, cuadrados, triángulos, formas animales indefinidas, todas de color rojo y marrón, el color del barro.

Ramón Núñez Ruíz y Roberto Alonso Barroso, eligieron el barranco de Guayadeque para esconderse en su huida desde el barrio de San Cristóbal, se internaron en el mar con su barquilla hasta la playa de Vargas, donde llegaron el lunes 20 de julio del 36 sobre las diez de la noche, luego caminaron sin parar fuera de caminos y senderos transitados, lejos de las casas, de las poblaciones del Sureste.

Los jóvenes eran pescadores, pero ávidos lectores, aprendieron a leer y escribir en la escuelita de la casa de Pepito Sosa en Jinámar, eran muy aficionados al teatro, donde hicieron sus pinitos en el Ateneo de Guanarteme, junto al grupo de compañeras y compañeros que difundían la cultura desde la Sociedad Obrera.

Allí habían asistido a varias conferencias sobre la historia insular y sus antiguos habitantes, por eso mantenían intacta la cueva, no tocaban nada, dormían en las camas excavadas en la roca por manos originarias, tenían que escalar casi treinta metros entre acantilados mortales para llegar a la caverna.

En ella se sentían protegidos, veían las luces en Aguimes de los camiones de Falange deteniendo gente, los tiros de gracia junto a los pozos del barranco, antes de arrojar al fondo a los detenidos.

La gruta era el refugio, espacio de resistencia, la comida se la estuvo dejando durante varios años Juanito Bordón, el pastor de cabras de Carrizal de Ingenio, junto al barrio de Cuevas Muchas: algo de queso curado del duro y picante, algún lebrillo (1) de gofio (2), sardinas saladas en cajitas de madera, botellas de leche recién ordeñada, un poco de vino perrero.

Con eso tiraban, podían sobrevivir aunque fuera escasa, el agua la tenían dentro, como a veinte metros, al fondo del agujero, junto un osario de cientos de cráneos y huesos humanos, era salobre, pero se podía beber, fresca, venía de las entrañas de la tierra, de donde fluyen las venas eternas de la isla.

(1) Vasija de barro más ancha por el borde que por el fondo, que se emplea generalmente para amasar o escaldar el gofio.

(2) Es una harina hecha a base de cereales tostados y molidos, especialmente trigo y millo (maíz). Debido a su alto poder nutritivo se convirtió en el alimento básico de los aborígenes canarios y fue fundamental para paliar las épocas de hambrunas que sufrió el archipiélago en periodos sucesivos.

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