Ese gobierno municipal saliente de Santa Cruz de Tenerife, no ha sido capaz de meter la piqueta en esa aberración, en un montaje escultórico creado para revolcarse en toda la sangre derramada en las Islas Canarias, en las más de 3.000 personas asesinadas por el franquismo patrio. Ahora sus encubridores lo mantienen, unos y otros, socialdemócratas y fascistas, todos unidos en preservar lo que llaman «cultura» y no es más que un espacio para el terrorismo de estado.
Los partidos que han estado gobernando Santa Cruz de Tenerife, teóricamente de «izquierda» socialdemocrata, no fueron capaces de cargarse este monumento al fascismo, un esperpento que hace una vergonzosa apología del terrorismo franquista. Hoy ese gobierno municipal ha caído con una moción de censura encabezada por la ultraderecha nacionalera y el partido de la Gürtel isleño. Seguirá la humillación a las miles de familias de personas asesinadas en esta tierra, un genocidio organizado y planificado por un ejército sedicioso, la Iglesia Católica, una oligarquía con las manos manchadas de sangre, Falange y otras organizaciones de nazis criminales. Los nuevos se arrodillarán ante su mamotreto o alzarán el brazo en proceloso ardor guerrero, los otros que entonaron el «Si se puede», el día de la toma de posesión, se irán cabeza gacha, sin rubor para tener vergüenza.
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