«(…) Así ,los guanches. . .Drago: cómo viste bravuras cuando las naves de las aventuras arrojaron a tierra los yugos de los hombres. . .
Andrés Piedra-Bueno (1930)
Ayer un drago (Dracaena draco), nacido de una semilla del viejo ejemplar centenario del jardín de mi antigua casa de Tamaraceite, dejó de vivir en la maceta que le comprimía las raíces durante años, hoy lo vi y estaba asentado en su nueva tierra, parecía alzado, orgulloso de crecer y explorar esas nuevas profundidades terrosas, repletas de materia orgánica, de residuos milenarios impregnados en cada milímetro de esa arcilla que debo amar.
Algo así se debe sentir cuando se experimenta la ansiada libertad, dejando de estar oprimid@s entre paredes de ignominia, represión, persecución, la opresión de verse en una prisión de estado, cárcel de pueblos masacrados.
Mi querido drago parece volar bajo la tierra con alas de polvo estelar, la materia de la vida desde la aurora de los sueños.
No me canso de mirarlo.
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