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«Ella se paraba a hablar con medio pueblo, en el tramo de El Puente a la Cruz del Ovejero de Tamaraceite que no tiene más de dos kilómetros podía tardar hora y media. Su enorme inteligencia emocional hacía que la gente la quisiera, que le contara sus cosas, sus problemas, todo lo bueno y lo malo de este pueblo olvidado».
Matías Tejera Santana
“(…) Aquella madrugada no tuvieron compasión de mí, no habían tenido bastante el 18 de julio con raparnos y meternos el aceite de ricino con los foníles hasta la garganta y a presión en el Cuartelillo de Tamaraceite, pa después pasearnos por el pueblo llenas de pintura roja, medio desnudas con la ropa destrozada, hasta los chiquillos nos tiraban piedras entre las risas y burlas de muchos de los vecinos del pueblo.
Pero lo peor de toda mi vida pasó ese miércoles 30 de diciembre del 36 en la que iba a trabajar a las seis de la mañana por el Camino Viejo de San Lorenzo a la finca Los Molina, solo había pasado una semana después de que aquellos asesinos de Falange mataran al chiquillo delante nuestro. No te puedo contar más, eran más de veinte, armados, borrachos como cubas, apestando a sudor, mierda y meados. Nunca los he perdonado y si hubiera tenido una pistola los hubiera matado uno a uno porque me desgraciaron la vida a los veinte años. Por eso nunca me casé ni tuve hijos, guarda lo que estás escribiendo, quiero que el mundo sepa algún día lo que me hicieron, que se conozca el demonio del fascismo…”
Foto y testimonio de mi tía-abuela Rosa García López (13/07/73).
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