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“…En 1974, en el Cuartel Terranova -hoy conocido como Villa Grimaldi-, los represores chilenos celebraron el año nuevo con una violación masiva a todas las mujeres allí detenidas.” (Amecopres Información para la Igualdad)
«Normalmente nos acordamos de lo que le hicieron al abuelo. Pero, ¿qué pasó con la abuela? Es especialmente importante en esta época en la que casi establecemos una equivalencia moral entre víctimas y victimarios. Vivir con una madre que ha sufrido estas violencias no te deja indemne, ni a ti, ni a tus hermanos, ni a la sociedad. Y estos silencios se deben a que vivimos en una cultura en la que el origen del mal está en la mujer, la culpa parece ser de ella»
Dolores Martín-Consuegra
“(…) Cuando ya llevaban más de tres horas bebiendo ron y cerveza en la tienda de mi padre donde yo le ayudaba, entre los barrios de San Juan y La Matula, los falangistas muy borrachos quisieron meterse conmigo en la trasera de la casa, donde estaba la habitación que había dos camastros, en uno estaba mi tía Ramona que tenía parálisis cerebral y la pobre en silencio lo vio todo con lágrimas en los ojos.
Ya se habían comido el sancocho y la mitad del cochino de Juanito Suárez, que habían matado de un tiro en la cabeza en el cercado de al lado de nuestra casa. No dimos abasto toda la tarde sin dejar de freír sartenes de carne con papas.
En el momento que mi padre los vio muy borrachos y alterados se empezó a preocupar, dándose cuenta de como me miraban y sus intenciones de abusar de mi se les encaró, entonces él falange, Domingo Barber, que era un niño rico del barrio de Triana, le puso una pistola en la cabeza y le dijo:
-Si haces un movimiento te saco los sesos de un tiro y me los como crudos hijo de puta-Entonces cerraron el bar echando a los tres paisanos que brindaban con ellos “por Dios, por Franco y por la Unidad de España”.
Yo tenía dieciséis años y empezaron a destrozarme la ropa y obligarme a beber de las botellas para emborracharme, esa noche mi niño me desgraciaron, a mi padre lo mataron a patadas, no después de que viera desesperado cómo me violaban uno tras otro, hasta producirme una hemorragia en mis partes, rompiéndome la columna a palos, lo que me tuvo año y medio en estado de coma en el Hospital San Martín de Vegueta.
Desde que me dieron el alta en julio del 38 no me he podido levantar de esta silla de ruedas, me arruinaron para siempre la vida…”
(*) Fragmento de la entrevista inédita y no publicada hasta hoy, realizada en diciembre del 97 a Rosa María Domínguez Barreto, en Hoya de La Plata, Las Palmas GC.
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