«También le tuve que hacer felaciones. Se levantaba la sotana, se bajaba los pantalones y me cogía la cabeza. Yo al final tenía que abrir la boca de tanto como me aplastaba contra su miembro y entonces me guiaba la cabeza (…) Un día decidió ir a más. Me puso de espaldas a él, me puso saliva e intentó penetrarme, pero no podía, probablemente por la edad y el alcohol. Su miembro chocaba contra mí, él lo seguía intentando, no paraba de ponerme saliva. Yo empecé a sentir algo caliente que me caía entre las piernas. De repente me separa, enciende la luz y veo que estoy sangrando«.
Anna Huelves, que nació llamándose Antonio y que fue internada en Auxilio Social en 1954.
«(…) Los hermanos Lantigua, don Pedro y don Rafael, eran curas y miembros de Falange, que en el 36 fueron destinados como párrocos a San José y a la Catedral de Las Palmas, allí estuvieron durante la guerra, luego les perdí la pista y creo que el primero murió de tuberculosis y el segundo fue destinado por el Obispado a La Concepción en La Laguna, isla de Tenerife, don Rafael, al que llamaban Rafita, se encaprichó con uno de mis compañeros en la Casa del Niño, José Luis Rivero, se llamaba, era del Zumacal, Valleseco, también como todos en ese internado era hijo de rojo asesinado, al poco nos enteramos que con nueve años lo habían vendido por 100.000 pesetas. Eso era lo normal allí, porque usaban las dependencias como lugar de venta de niños robados, en la trama mafiosa participaba la familia Rosales y el jefe de Acción Social de Falange, Francisco Rubio Guerra, todos ellos de los municipios de Firgas y Arucas. Los domingos llegaban los coches de lujo para llevarse a los niños vendidos, a los más pequeñitos, a los bebés los trapicheaban en un chalé que está llegando a Firgas. Al niño de Valleseco se lo llevaron dos monjas en uno de los vehículos, más tarde nos enteramos por Sor Amparo, que era de lo mejor que había allí dentro, que no lo habían vendido, que todo era mentira, que lo tenía en su casa de Vegueta don Rafael Lantigua. Cuando logramos salir de allí mi hermano y yo después de vivir todo tipo de abusos nos encontramos en la Factoría Lloret con José Luis, era un joven trabajador de apenas dieciocho años, allí nos contó en las horas de almuerzo todo lo que había pasado en la casa del cura todos esos años, como lo usaba de esclavo sexual, durmiendo en la misma cama cada noche, sometido a todo tipo de abusos de los que jamás se recuperó, por eso tartamudeaba tanto y no podía mirarte a la cara mientras hablaba. Recuerdo el día que no vino a trabajar porque apareció colgado por el cuello en la habitación de la pensión en la que vivía en el barrio de Guanarteme, tenía apenas veinte años…»
Testimonio de Manuel Godoy Robaina, hijo de asesinado por el franquismo del municipio de Agaete, internado junto a su hermano en la Casa del Niño durante los años del genocidio.
Fragmento de la entrevista realizada por Francisco González Tejera, el 25 de marzo de 2004, en la Universidad Popular de La Isleta, Las Palmas GC.
Una practica demasiado extendida en los colegios religiosos. peor lo tenían los niños bajo en testosterona , y si eran poco viriles mucho mejor, en mi colegio había un montón de acólitos externos, que se quedaban al final de las clases .
.La conducta de D. joaquin (quinito) en el confesionario era casi pornográfica de manoseos descarados sin esconderse