«Donde quiera que se ama el arte de la medicina se ama también a la humanidad.»
Platón
Nos educaron en el clasismo más horroroso al vivir en una sociedad que jamás se liberó del caciquismo. Por eso nuestras madres hablaban de usted a los médicos y consideraban a los Especialistas en cualquier patología como una especie de señores feudales; lo que propicia que en muchos casos aún en la actualidad ni siquiera te miren a la cara cuando te atienden, tratándote como un ser inferior y no como un ciudadano que paga sus impuestos para que tengan su buen sueldo combinado con sus consultas en la privada donde si se lo saben hacer se forran en pocos años.
No se pide tanto, solo un buen trato humano y profesional. No son dioses por haber estudiado esas carreras donde se hace difícil que accedan las hijas o los hijos de la clase trabajadora.
El respeto a quien requiere de un servicio sanitario debe ser esencial y los resquicios del fascismo hay que borrarlos de cualquier despacho médico.
Hay honrosas excepciones, pero una buena cantidad de esa especie de terratenientes de la medicina que no se esfuerzan en dignificar algo tan valioso y que tanta lucha ha costado como la sanidad pública.
Se puede entender la saturación o la mala planificación de sus jefes, lo que jamás será justificable es la degradación de quienes reclamamos profesionalidad, dignidad y humanidad cuando tienes la mala suerte de sufrir cualquier percance o deterioro de tu salud.
Lo otro: el maltrato, la soberbia, la prepotencia, la superioridad es de seres sin empatía ni sensibilidad, premisas esenciales de quienes ejercen una profesión tan digna.
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