6 febrero 2025

Y un galgo de muerte

Foto de la guagua de "Transportes Guanarteme", que hacía el recorrido Puerto-Tamaraceite en los años 70 (Imagen extraída del blog de José A. Tartajo)

“Si eres de aquí, ya sabías que esto pasaba ¿quién no había oído hablar de las liadas de esta gente? Pero, ¿qué podíamos hacer si son la autoridad? Si las víctimas hubieran sido de alguna etnia o extranjeros, los habrían criminalizado. Si la agresión hubiera sido a sus parejas, nadie las hubiera creído. Si los de la pelea hubieran sido gente de izquierdas, esto sería un nuevo caso Alsasua. Pero esta vez, por fin, todo está grabado y ya ha estallado lo que vivíamos en Linares desde hace mucho tiempo”.

Colectivo Acción Feminista de Linares 

Esa mañana había euforia desde muy temprano en los callejones de La Montañeta, la gente venía con bolsas de churros contenta desde la madrugada, la UD Las Palmas le había ganado 2-1 al Bilbao en el Insular y se acercaba a posiciones de cabeza, Juan Torres y Chago, su hijo de siete años, se encaminaron desde el Paseo de los Mártires de Tamaraceite, hacia la parada de la guagua en la Carretera General, delante del Bar de Cristóbal. Todos los domingos les gustaba pasar un rato en Los Galgos, apostar unas pesetas y quien sabe si llevarse un buen premio. Cuando subieron el bus estaba medio vacío, Luzardo, el chófer, los saludó con una sonrisa, ya los conocía de mucho tiempo, hicieron un pequeño comentario sobre el golazo de Gilberto I a pase de Juanito Guedes de la noche anterior: -Vamos bien dijo Juan, si ganamos el domingo la cosa se va aclarando- Luego se sentaron muy atrás, que era donde le gustaba al chiquillo. Juan lo miraba de reojo y se sentía orgulloso de Chaguillo, era buen estudiante, cada mes le traía buenas notas del Colegio Valencia, quería ser Ingeniero de Caminos, Juan toda la vida trabajó de agricultor, luego en el sur de la isla cuando empezó el boom del turismo, le pegaba a todo, era amañado por la necesidad de aquellos tiempos de carencias y problemas sociales. En la parada de Las Perreras subió un hombre tambaleándose, que desde que entró empezó a discutir con el conductor, luego le sacó una placa de policía y entró sin pagar, cuando llegó a la altura de Juan y su niño le dijo: -¿Qué miras tú carapinga?- Juan le quitó la mirada, no quería problemas, pero el hombre mayor que olía a noche de juerga, a no haber dormido, a ron, a sudor, a tabaco, Progreso Blanco con Filtro, porque llevaba uno encendido en la boca. Entonces se acercó con el vehículo en marcha al asiento de Juan y sin mediar palabra le dio una bofetada al niño, entonces su padre se levantó y lo agarró por el cuello, la guagua paró en una curva llegando al barrio de Chile. Los dos hombres se trancaron y se daban puñetazos, el viejo policía sacó una pistola y golpeó a Juan en la cabeza, dejándolo inconsciente en la escalera de la puerta de atrás. Chago se agachó y agarró por la cabeza a su padre que seguía inconsciente, entonces el policía le dio una patada en la barriga al niño y lo lanzó contra el cristal de la puerta que el chiquillo rompió con su rostro cortándose toda la cara. A los pocos minutos llegaron varios furgones policiales y sacaron esposado a Juan dándole golpes con sus porras y puños americanos, al niño se lo llevó un ambulancia con graves cortes en todo el cuerpo, no podía hablar, no le salían las palabras, estaba bañado en sangre. Aquel domingo se acabó aquel ritual que llevaba años uniendo a un padre y a un hijo, casi desde que Chago todavía no caminaba. Luzardo, el chófer no los vio más, supo algo de que a Juan lo encarcelaron en la península por agresión a la autoridad, que el niño no volvió a hablar, que se quedó mudo desde aquella mañana de abril de 1971.

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