1 octubre 2023

Enredo en Españistán

La joven herida en un ojo en los altercados de Via Augusta. / FERRAN NADEU

“¡¡¡ Te amo !!! ¡Oh, díganlo con adoquines.”

Mayo del 68 (Nanterre)

Enredo mediático es convertir un hecho reprobable y vergonzoso en todo lo contrario. Por ejemplo al rapero Hasél lo meten en la cárcel por decir verdades tan evidentes como que el rey emérito es un ladrón, Juan Carlos I está evadido de España por robar, eso nadie lo puede negar, los procesos judiciales lo avalan, pues el enredo convierte las movilizaciones populares por la liberación de quien dijo la verdad sobre el ladrón en casi atentados terroristas, en golfería callejera, quemar contenedores junto a las barricadas, esas que siempre liberaron a los pueblos y consiguieron derechos tan históricos como la jornada de ocho horas, no trabajar sábados y domingos, el salario, la seguridad social, los contratos laborales, los derechos humanos…, pero claro es que el humo molesta a los vecinos, «que me da la tos joer», o que el saqueo de dos o tres tiendas donde el minoritario lumpen aprovecha el tumulto para beneficio propio en violentos y ladrones al conjunto de los valientes que salen a la calle con Ley Mordaza incluida en el siniestro guion, jugándose los ojos ante las pelotas de goma de los polizontes, clamando justicia contra un régimen que se ampara en la corrupción generalizada de sus próceres. Ahora los malos, los ladrones, los terroristas son los que piden LIBERTAD, DEMOCRACIA, INDULTOS, AMNISTÍA PARA LAS PRESAS Y PRESOS POLÍTICOS. El enredo más vergonzoso, cual debate del corazón de Telecinco, desata las lenguas de los que nunca o casi nunca dicen nada, da igual que en Francia incendiando las calles hayan logrado que la edad de jubilación siga siendo a los 62 años, mientras que en España ya se habla de más de 67 años sin que pase nada, porqué ¡Ay coño! ¡No me quemen las papeleras que son mobiliario urbano que pagamos todos como las putas del rey! Balconeando con insultos a quienes se juegan la vida por un futuro de libertad y fraternidad. Puros enredos, globos oculares destrozados.