
Masas y balas, del medio digital de la organización Razón y Revolución
“Cuando vives en un régimen de terror lo único a lo que aspiras es a ganar un día más a la vida, y bajas la cabeza; no ves, ni oyes, casi ni sientes, temiendo que se fijen en ti. El terror anula a los seres humanos, y para poder sobrevivir saca los peores instintos.”
Julia Navarro
Su nieta Julia lo llevaba al paseo diario por la Playa de Las Canteras, salían de La Cicer y llegaban hasta casi La Puntilla, la muchacha hacía un esfuerzo después del trabajo para acompañar a su abuelo, charlar un rato y luego tomarse un refresco o una cerveza en las terrazas cerca del Reina Isabel.
Cada día charlaban de la realidad política, de como aquella democracia no era mas que una continuación de la dictadura, Manuel Romero no podía evitar en su alegato su ideología comunista libertaria, por ella sufrió once años de cárcel en los años 60 en prisiones de toda España, su médula rota fue fruto de una de las torturas que sufrió por parte del criminal de lesa humanidad conocido como «Billy El Niño» en la Dirección General de Seguridad en Madrid.
La nieta era independentista de izquierdas, pero no chocaban, les unía el cariño, también las ganas de reventar el corrupto régimen borbónico, ambos estaban por la lucha armada sin pensárselo dos veces, eran conscientes de que a más de uno de los políticos canarios de los años 80 «había que levantarlos pal aire por ladrones, corruptos y fascistas».
Ese viernes de julio de 1985 corría una brisa fresca, la playa estaba con marea vacía y La Barra se mostraba como un paraíso de coral, los dos charlaban relajadamente disfrutando del buen tiempo, del cielo despejado y de un sol que no cascaba, que parecía acariciar la piel, Julia con su falda nepalí, Manuel con pantalón corto, bermudas de surfero, camiseta con un Che Guevara rojo como la sangre.
Torciendo la Playa Chica tropezaron con dos hombres mayores bien vestidos, ambos se les quedaron mirando, Manuel paró la conversación, les miró fijamente y les dijo:-Hijos de la gran puta torturadores- en un grito que se escuchó en toda la playa, la gente miraba.
Julia trató de tranquilizarlo tocándole el hombro y dándole un beso en la mejilla, los dos tipos se quedaron paralizados, uno aceleró el paso hacia la Peña de La Vieja y desapareció entre el tumulto, el otro se quedó paralizado:
-¿Eres Manolo verdad? Lo siento mucho, eran otros tiempos, ahora los dos somos demócratas, aquello fue una época dura, nos vimos obligados a hacer todo aquello- dijo con voz ronca y respirando con dificultad, tenía unos 80 años.
Manuel les siguió increpando:-Si no estuviera en esta puta silla de ruedas te sacaba a hostias hasta el mar maldito asesino- El policía retirado se separó de la pareja, trató de tranquilizarlo con gestos amigables, pero el viejo le siguió insultando:
-Violaste a Lucía Ramírez, asesinaste a Luis García, te mereces la muerte, hace falta un MPAIAC en esta tierra que te vuele la cabeza hijo de perra-
La escena se tornó en dantesca, un grupo de gente, en su mayoría bañistas, que miraban asombrados, la policía local de playa que se acercó desconcertada para ver que pasaba, el agente retirado les mostro un carné identificativo como ex miembro del cuerpo, los locales, dos chicos jóvenes parecieron entender la situación y no le hicieron mucho caso, el hombre enchaquetado se alejó avergonzado, Manuel seguía gritándole:
-Te mato cabrón-
Con rapidez Julia aceleró la silla de ruedas, estuvieron sin hablar ni media palabra hasta el Club Victoria, allí le dijo:-Perdona mi niña no pude evitarlo, hicieron mucho daño a nuestra gente-Julia le sonrió:
-Le diste de lo lindo, este se lo piensa dos veces cuando salga de nuevo a la calle.
-Jamás los perdonaré, jamás olvidaré todos sus crímenes- acertó a decir con media sonrisa el insurrecto Manuel.
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