24 septiembre 2023

Sangre de niño muerto

Ilustración a lápiz de Stefan Zsaitsits

«Se ven pobres mujeres que corren en las calles
como bultos o espanto entre la niebla.
Las casas contraídas,
las casas rotas, salpicadas de sangre:
las habitaciones donde un grito quedó temblando,
donde la nada estalló de repente,
polvo lívido de paredes flotantes,
asoman su fantasma pasado por la muerte.
Son las oscuras casas donde murieron niños…»

Vicente Aleixandre (Oda a los niños de Madrid muertos por la metralla)

«(…) Aquello fue una cosa terrible porque además era noche de Navidad aquel 24 de diciembre del 36, todas, familias pobres, preparábamos una cena especial con lo poco que teníamos, pero la ilusión de los niños era lo primero, hacíamos un esfuerzo y había algo distinto en la mesa, en cada casa olía a los hornillos, a madera quemada, a bostas de vaca usadas como combustible pa cocinar. Lo del chiquillo fue sobre las diez de la noche, nosotras vecinas de toda la vida de tu abuela Lola García éramos como familia, por eso cuando oímos aquel escándalo se nos heló la sangre. Primero escuchamos los gritos de los falangistas y como dispararon contra el perro cazador que tu abuelo tenía amarrado en la entrada, los chillidos del animal hasta que lo remataron con otro disparo, luego tumbaron la puerta abajo a patadas y la tiraron al suelo, se oía a tu padre, a sus hermanos Paco y Lorenzo dando gritos de terror, llorando. La casa estaba por debajo del nivel de la Carretera General de Tamaraceite, había que bajar varios escalones, era una sola habitación, más abajo una aljibe y un terrenito pequeño con una higuera, allí dormían todos, tu abuelo antes de estar evadido desde el sábado 18 de julio, tu abuela, los cuatro hermanos, tu tía Rosa tenía un cuarto pequeñito fuera, al lado de una pila de agua, allí dormía la pobre. Nosotras no imaginamos que pasara lo que pasó, pero cuando escuchamos a Lolita gritando que parecía una loca supimos que algo muy grave había pasado, luego salieron varios falangistas corriendo carretera arriba pistolas en mano porque uno desde fuera avisó que habían visto a tu abuelo en el callejón al lado de la casa del alcalde Juan Machado, después tu abuela salió con el chiquillo en los brazos con la cabeza abierta del golpe que le dio el falangista contra la pared, lo había sacado de la cuna porque lloraba en el registro, Braulio tenía solo cuatro meses, era un niño alegre, bien alimentado porque tu abuela lo amamantaba, me acuerdo que tenía los cachetes rojos y siempre estaba sonriendo. Yo abrí la puerta para ver que pasaba y uno de los hombres de azul me apuntó con un fusil, entonces me metí padentro desalada. Luego ya oímos lo que pasaba, tu abuela dándole a gritos a los falanges, diciendo que le habían matado al chiquillo, luego supimos que lo habían llevado a un médico de Las Palmas caminando con aquel frío y aquella lluvia hasta la calle León y Castillo, por la mañana ya Braulio estaba muerto. No pudimos ni ir a despedirlo al cementerio San Lorenzo, dejaron sola a tu abuela, don Juan el cura se negó a darle la bendición, las vimos por el camino viejo de San Lorenzo a Rosa y Lola caminando solas con el niño dentro de una cajita de tomates. Nunca se nos olvidó esa noche de sangre y dolor, la tenemos en la memoria pa siempre, aunque nos prohibieran decir nada, tapando un crimen que jamás se había visto en este pueblo…»

Testimonio de Carmita Déniz, vecina de Tamaraceite (Gran Canaria) en los años del genocidio.

Entrevista realizada por Francisco González Tejera, el 29 de diciembre de 1992, en el barrio de La Paterna, Las Palmas GC.