
“Luego la herida vuelve a hacerse carne y con la carne vuelven los arcos y las flechas y los cazadores apostados en un rincón de la memoria.”
Ángela Álvarez Sáez
En la mayoría de ciudades del estado español no se hace referencia, no se explican, ni visibilizan, los brutales asesinatos sobre quienes han luchado por causas justas.
Vivimos una memoria del holocausto causado por el criminal franquismo silenciada, encubierta, negada por la mediocre y patética caterva política.
Esta placa en el centro de Valencia, dedicada a Margarida Borràs, una mujer transexual ejecutada por la Santa Inquisición en 1460, da visibilidad a lo sucedido, hace que millones de personas conozcan su historia.
En Las Palmas de GC, la ciudad donde me crie, hay comisarías de Falange, centros de tortura, ahora colegio de curas en la calle Luis Antúnez, Gabinete Literario, etc., espacios para el horror, donde se cometieron todo tipo de aberraciones y violaciones, hasta colgaban por los ojos, ahorcaban, destripaban o mataban a golpes a las personas detenidas.
Ni un humilde letrero, lámina informativa, placa o monumento explica todo lo que hicieron esas bestias fascistas, no rinde homenaje a quienes fueron asesinad@s, destrozad@s, defendiendo la democracia y la libertad.
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