
Manuel Fraga, fundador del PP y ministro de Franco
«La ‘bañera’. Introducción de la cabeza en aguas «extremadamente sucias y nauseabundas» hasta el práctico ahogamiento del detenido. Cuando la víctima llega a perder el conocimiento siente la sensación de que va a morir».
Juan Miguel Baquero
«(…) Cuando lo vi sentado en aquella terraza de la Playa de Las Canteras, volví para atrás, me apoyé en la baranda y lo miré, no había duda, era Colacho Samper, el torturador falangista de la Comisaría de la Plaza de La Feria, estaba viejo, arrugado, desgastado por los años, a su lado una mujer muy gorda vestida de negro, parecía encargarse de sus cuidados, le limpiaba la boca cuando saboreaba aquel mojo con papas, mojaba pan y la salsa se le caía por la barbilla hasta la mesa. Tenía el mismo porte, la misma cara arrogante de hijo de puta, por un instante reviví todo lo que nos hizo, cuando nos metía la cabeza en aquella bañera de agua con mierda y meados, cuando nos colgaba por las piernas y usaba nuestros cuerpos como saco de boxeo ¿Cuántas costillas tengo rotas? pensé, parecían sonarme como si fueran trozos de una persiana vieja colgando de una casa abandonada. Colacho miraba a un punto fijo del horizonte, hablaba porque movía los labios, la mujer no le hacía caso, pero hablaba, el decía algo y yo pensaba en todo el dolor que sentí. Entonces no pude evitarlo me acerqué a su mesa. El me miró y pareció desconcertado, me acerqué a su oreja y le dije -¡Asesino, soy uno de tus torturados y no quiero que estés en la calle celebrando todo el daño que hiciste! La mujer se levantó llamando al camarero: -Que se lleven a este matao que está molestando! dijo. Yo me le quedé mirando: -Colacho no te olvido, tampoco te perdono criminal- le dije a gritos, mientras dos hombres del bar me agarraban y me separaban de la terraza, se me cayó la cartera, las gafas de sol se me rompieron, el bolso de playa con mis cosas se quedó revuelto en el suelo. Lo seguí viendo de lejos, se echaba las manos a la cabeza, a mi de nuevo me dolían los riñones, el hígado, la cabeza de los golpes con los guantes de boxeo, el casco de moto cuando me daba con el bate de beisbol. Vomité en una esquina, me perdí en aquella avenida hasta la Playa Chica, vi que iban dos policías municipales corriendo hacia la terraza, no me vieron, me sentí como que era yo el que tenía que ocultarme, no el torturador, no el asesino, no el violador de niñas detenidas por ser hijas de republicanos. Me perdí entre la multitud y todo me parecía una pesadilla, allí quedó tomando cerveza, degustando el sabor de la impunidad a costa de las vidas que nos robó…»
Testimonio de Alfredo Vázquez Rodríguez, militante gallego del PCE en la clandestinidad, detenido y torturado por la policía armada a finales de los 60 en Las Palmas GC.
Entrevista realizada por Francisco González Tejera, en Monforte de Lemos (Lugo), el 13 de agosto de 2014.
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