
«Amigo puede ser quien bien repara, en la musa o engendro que yo aporte. Amigo, sí, es también quien me soporte, pero amigo mayor es quien me ampara…»
Silvio Rodríguez Domínguez
Cuando suena el teléfono de vez en cuando y al otro lado escucho la voz de un «amigo mayor» como es Teodoro Santana, no solo bregador malamañado y difícil de derribar en el terrero de arena de la lucha canaria, sino en la fragante batalla por la clase trabajadora, es como si me inyectaran alguna especie de líquido que me llena de vida, no de fórmulas desconocidas y dañinas para seguir viviendo explotados en esta mierda de sistema.
La voz de Teo, el poeta maldito, con una obra literaria que siempre recomiendo, su amistad eterna viene de muchos años, él que jamás ha traicionado sus ideas, que sigue pobre como yo, sin ostentación por arrodillarse ante los sicarios del régimen, una complicidad que arrastramos desde unos tiempos donde las banderas rojas no eran oprobio ni escarnio, donde me quitó la vergüenza de tomar una máquina de escribir y desatar mi rubor juvenil en un periódico comunista llamado «Tierra Canaria».
Teo no es amigo de wasaps, solo alguna viñeta del gran Morgán de C7, algo tal vez surrealista de cualquier rincón del mundo, pero que llega adentro, como siempre me ha llegado la lucha de clases para acabar con el capitalismo, sepultándolo boca abajo para siempre, para que jamás despierte como hacían con los vampiros de Transilvania.
A Teo le indignan las noticias de la vergonzosa banda política actual, simplemente no te contesta al mensaje, aunque se que lo lee, más de una vez endiablado: «Hasta donde hemos llegado», me ha dicho», «quizá no queda nada para que vengan a por nosotros».
En definitiva que hoy me dio por recordar a un amigo de verdad, de los pocos que está siempre por ahí pendiente de uno, como yo pendiente de él, que no nos vemos casi nunca deambulando por una ciudad triste y deshumanizada, sucia, con los árboles talados, repleta de humo y ruido, que ahora veo como uno de mis más íntimos infiernos.
¡Hasta siempre, desde la victoria, tras tantas derrotas, seguimos, seguiremos!
Más historias
Sordo
Destrozo democrático
Memoria del escarnio