Alaridos

Vimos varios hombres todavía con las alpargatas puestas y los cuerpos destrozados por la tortura, tratábamos de mirar pa otro lado y que no nos vieran los mandos, pero aquellos ojos abiertos parecía que nos hablaban.

Carlos Ortuño González

«(…) Como a Fernández el periodista «conejero» que mataron a golpes los «Cabos de vara», también hubo otros hombres que fueron asesinados en el campo de concentración de La Isleta, eso fue antes del traslado de los presos al Lazareto de Gando, al lado del aeropuerto. Las palizas eran todos los días y a toda hora, nos daban leña en cualquier momento, hasta comiendo si hablábamos o hacíamos cualquier gesto, a más de uno lo sacaron de madrugada al patio pa darle leña hasta tumbarlo, bastaba solo con mirar a los ojos de alguno de los fascistas, además también de los barracones se llevaron a compañeros y no los volvimos a ver, se oían los gritos durante un buen rato, hasta que los mataban a palos, luego solo se escuchaban las voces de los falanges y militares. Los cuerpos destrozados los escondían en las cuevas que dan pal muelle, por encima del campo de tiro, allí metieron a unos cuantos y les echaban cal viva encima. Algunas de aquellas cuevas también tenían ya restos de los antiguos canarios, allí siguen mezcladas con huesos de aquellos pobres desgraciados. Varios amigos que hicieron allí el servicio militar me dijeron años después que en las maniobras llegaron a ver los huesos todavía con carne y pelo en la cabeza, los ponían unos encima de otros sin orden, amontonados en cada cueva. De allí solo sacaban a los fusilados que los llevaban al cementerio de Vegueta en un camión, a los torturados los escondían porque no querían que se supiera y por eso no los sacaban del recinto militar…»

Testimonio de Salvador Guerra Plasencia, preso político palmero en los campos de concentración de Gando y La Isleta entre 1936-1938. Entrevista realizada el 9 de febrero de 2000 en Santa Cruz de La Palma.

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Francisco González Tejera

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